martes, 8 de enero de 2013

PALACIO DE CONGRESOS DE TOLEDO

Construido en la roca e integrado en el casco antiguo sobre el río Tajo, el nuevo Palacio de Congresos de Toledo, que inauguró el pasado 18 de diciembre el príncipe Felipe, es obra del arquitecto Rafael Moneo y ha sido bautizado "El Greco" por decisión popular tras una consulta en las redes sociales.

El edificio, como una muralla con contrafuertes, a la izquierda
 
El  Palacio de Congresos de Toledo se ubica en la zona nordeste de la ciudad, a escasos metros de la céntrica Plaza de Zocodover, con las infraestructuras e instalaciones necesarias para que sea fácilmentente accesible y dotado de las mejores comunicaciones. El edificio se concibe como nuevo pulmón para la zona histórica, pues sobre su cubierta general se soportan los jardines del Miradero.
Se ideó bajo el mandato en la ciudad del popular José Manuel Molina sobre un borrador diseñado en el año 2000 por Moneo -premio Príncipe de Asturias de las Artes en 2012- y el urbanista barcelonés Joan Busquets, que en junio de 2001 presentaron como proyecto.
Este centro de congresos, que ha costado más de 50 millones de euros -el doble de su presupuesto inicial-, cuenta con un auditorio con capacidad para más de 1.000 personas y otras siete salas con aforos que suman otros 1.500 asientos.
Así, distribuidos entre sus tres plantas subterráneas, el Palacio de Congresos suma 40.600 metros cuadrados y sus salas se presentan como espacios polivalentes, pues mientras que la dedicada a "El Greco", que tiene un aforo para 300 personas, se puede dividir hasta en cuatro espacios, la Sala Toledo se ha pensado como un espacio multiusos que puede albergar desde exposiciones hasta banquetes de 300 invitados.
Rafael Moneo

Sin embargo, el auditorio, con más de 12.000 metros cuadrados, es el espacio principal de este palacio de congresos.
Palacio de Congresos de Toledo. Planta 0
Palacio de Congresos de Toledo. Planta -1
Palacio de Congresos de Toledo. Planta -2

Dotado de escena, foso de orquesta, camerinos, equipamiento escénico para espectáculos de teatro, cine y conciertos, se ofrece como algo más que un lugar para albergar congresos.
Al auditorio se puede acceder a través de todas las plantas del palacio, que se presenta como una oportunidad para mejorar los equipamientos de la ciudad, en pleno Casco Histórico de Toledo, sin romper la imagen de la ciudad imperial.
Palacio de Congresos de Toledo, ortofoto

A pesar de que el Palacio de Congresos lleva ya dos meses en funcionamiento de forma oficiosa, y en él se han celebrado reuniones de empresas y distintas organizaciones que han congregado a cientos de personas, la inauguración oficial no se produciría hasta ese día, cuando el príncipe de Asturias acudía a la ciudad para entregar los premios de la Real Fundación de Toledo.
La historia de este equipamiento se remonta a 2002, cuando en septiembre de ese año, las administraciones regional, provincial y municipal dieron el visto bueno a la construcción, que comenzó a finales de 2003 y se ha realizado bastante más despacio de lo previsto.
En marzo de 2009 se abrió el aparcamiento subterráneo y las escaleras mecánicas que llevan hasta los aledaños de la céntrica plaza de Zocodover, mientras encima continuaban las obras del Palacio de Congresos.

Para su ejecución -realizada en tres fases-, el Ayuntamiento de Toledo ha aportado 28.848.581 euros; la Junta de Comunidades, 13.222.226 euros, y la Diputación de Toledo, 9.015.181 euros.

Este palacio de congresos ha aprovechado el espacio donde estaban situados los antiguos juzgados y unas galerías con bares y discotecas que fueron derribadas. (Agencia EFE)
Vamos a valorar este proyecto arquitectónico que representa sin duda una oportunidad perdida para construir una arquitectura actual manifiesto de la cultura contemporánea. A cambio el historicista Moneo nos ofrece un proyecto que roza el patetismo al asumir la fachada al río Tajo como una muralla.
 
Ya el propio logotipo del palacio de congresos es realmente desafortunado.
Escaleras espacio común

Lo primero es constatar que se trata de un edificio integrado en el casco histórico, no de una muralla. La estrategia se ha adoptado para conseguir que el edificio sea invisible y pase desapercibido desde esa parte de la ciudad, pero que una muralla como tal, pertenezca al imaginario historicista de una ciudad no quiere decir necesariamente que sea menos visible que una fachada bien articulada.
 
Zona común

La muralla finge ser construida al modo histórico, con cajones de mampuesto pero en este caso delante del hormigón. Con la muralla se asume que el edificio no tendrá aberturas al paisaje, otra oportunidad perdida en aras de conseguir el aspecto de muro histórico que está allí desde hace mucho tiempo.
Zona común polivalente

Este planteamiento torticero llega al colmo del ridículo cuando delante de la falsa muralla se fingen contrafuertes para alojar las ventilaciones. No solo se construye una muralla falsa, sino también falsos contrafuertes (que no son necesarios en su función estructural genuina) para resolver las instalaciones de ventilación según normativa.
La vista del edificio desde el norte (la por mí denostada nueva muralla) se confía a este elemento estructural de corte defensivo en un palacio de congresos del siglo XXI. Una pena. El alcalde de Toledo que encargó el proyecto al arquitecto español de mayor prestigio y el propio arquitecto se han conformado con muy poco, gastando más de 50 millones de euros en una propuesta arquitectónica de bajísimo nivel. Si bien el equipamiento construido funcionará y será necesario para la ciudad monumental, se ha renunciado a afrontar el problema compositivo y el reto que suponía crear una fachada nueva de muchos metros de altura en una parte comprometida del casco histórico, evitando el problema con una estrategia cuando menos anacrónica no digna de un premio Pritzker como Moneo.
Sala Greco
Sala Toledo

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