viernes, 14 de febrero de 2014

HIGH RISE EN ZHENGZHOU. CHRISTIAN KEREZ

La búsqueda de un espacio de oficinas que inspire la creatividad y las formas alternativas de pensar es un verdadero reto en esta era de la arquitectura homogeneizada y con presupuestos de diseño subjetivos.
Un proyecto en curso en Zhengzhou, la mayor ciudad de la provincia de Henan, en el centro de China, se desarrolla para impugnar esa suposición. El arquitecto suizo Christian Kerez, de Zürich, cuyos brillantes trabajos incluyen el Kunstmuseum Liechtenstein en Vaduz, junto a Morger & Degelo y el proyecto para el Museo de Arte Moderno de Varsovia, así como la fabulosa y estructuralmente audaz escuela Leutschenbach en Zürich, está trabajando actualmente en Zhengzhou en una torre de oficinas de treinta plantas insertada en un masterplan de Kisho Kurokawa que se coloca a la espalda de los convenios y la sabiduría preconcebida del desarrollo del bloque torre moderno en favor de algo drásticamente diferente dentro y por fuera.
Masterplan de Kurokawa en Zhengzhou

El proyecto plantea una estructura que se aligera en función de la altura para adaptarse a la variación de solicitaciones, a diferencia de la mayor parte de proyectos de este tipo, con plantas idénticas pese a estar sometidas a esfuerzos radicalmente diferentes. De nuevo la concepción estructural cobra vital importancia en la obra de Kerez.
Cuando se le preguntó acerca de los procesos de pensamiento que subyacen en este proyecto, Kerez comenta: "lo que me interesa no es el diseño en el sentido de crear una forma o definición de materiales, detalles o colores, estoy mucho más interesado en el cambio de los elementos más básicos que hay en la arquitectura. ¿Qué es una columna? ¿Qué es una losa? ¿Cómo están conectados? Es la atención sobre el código genético del edificio en lugar de la estética del edificio o la cirugía plástica. No es la piel sino los huesos el objetivo de la diseño".
Todos estos son conceptos que rara vez se dan en el pensamiento de los desarrolladores comerciales a pesar del hecho de que son los espacios que determinan el esqueleto de un edificio las zonas de contacto directo con las personas que pasan la mitad de su vida trabajando en su interior. 
El diseño interno de los espacios de trabajo debe ser de igual importancia que cualquier fachada de lujo, ya que es espacios interiores innovadores y reflexivos donde los trabajadores se pueden estimular. La innovación repercute directamente en los que la usan y en el crecimiento económico de la ciudad en que se desarrolla.
Un primer proyecto, con cientos de tirantes en su perímetro, tuvo que sufrir drásticas modificaciones para adaptarse a la normativa de incendios de la región, convirtiéndose en un edificio soportado por pares de pilares aleatoriamente inclinados. 
Frecuencia de la estructura en la fachada a tres alturas diferentes en el edificio.

La primera versión de la torre se caracterizaba por su transparencia; como los núcleos de comunicación vertical no son estructurales pueden ser de vidrio. Además, al liberar el centro de cada planta se puede crear un patio en los niveles altos y un atrio en el acceso.

La torre se organiza en cuatro partes, cada una con su propia estructura adaptada a las cargas a las que se somete. No solo varía la cantidad de pilares sino también la inclinación y dispersión de los cables pretensados que rigidizan el edificio en su perímetro.
En la segunda propuesta las distintas inclinaciones y direcciones de los planos formados por tubos de acero rellenos de hormigón, estabilizan el conjunto y generan una variedad espacial en las diferentes plantas al tiempo que reducen la masa del edificio en más de un 70%.